15/ Junio /2019
“Recordando a Rubén Aguirre”
Rubén Aguirre Fuentes nació en Saltillo el 15 de junio de 1934. Antes de convertirse en el famoso profesor Jirafales, fue estudiante de agricultura, piloto aviador, novillero, cronista taurino, locutor de radio y televisión, reportero, escritor y actor de telenovelas; además, participó en muchísimos sketches cómicos al lado de extraordinarios artistas como Cantinflas, Tres Patines, Capulina, El Santo, Enrique Rambal y Rafael Banquells, por mencionar a algunos.
Rubén siempre contaba una anécdota muy divertida de cuando se encontró por primera vez ante una cámara de televisión. Todo ocurrió en 1960, en los estudios del canal 10 de la ciudad de Monterrey. Un locutor que debía salir a cuadro para realizar unas pautas comerciales no se presentó por enfermedad, así que le pidieron a Rubén que lo sustituyera. Lo hizo bastante bien, pero cuando el director del canal vio la grabación, lo mandó llamar y le dijo: “Usted no se ve bien en televisión. Está tan grandote que ni siquiera cabe en la pantalla.” ¡Nadie se imaginaba en ese momento que precisamente su enorme estatura lo haría famoso una década después!
La ilusión que tenía Rubén de salir en pantalla no se apagó con ese comentario y, luego de insistir por varios meses, convenció al director para que le diera un programa que él mismo escribiría y conduciría: “Reseña Taurina”. Más adelante, trabajó para el canal 6 de esa misma ciudad; ahí conoció a la actriz cubana Kippy Casado, quien le puso el apodo de “Shory” –por la palabra inglesa “shorty”, que significa “bajito”– y, a partir de entonces, todos lo llamaron de esa manera. Tiempo después, el canal 6 se convirtió en Televisión Independiente de México (TIM) y, ya como empresa, se trasladó a la Ciudad de México. Rubén Aguirre llegó a la capital en 1968, procedente de Monterrey, para ocupar el puesto de director general de producción. Además de cumplir con sus funciones ejecutivas, se encargaba de producir y conducir un programa infantil de concursos: “El club de Shory”. Ahí conoció a Carlos Villagrán –en esa época, se hacía llamar “Pirolo”– y a María Antonieta de las Nieves, quienes se encargaban de presentar a los concursantes y de entregar los premios a los ganadores.
A Roberto Gómez Bolaños lo conoció cuando éste llegó a las oficinas de TIM con el guión de “El ciudadano Gómez”, un programa cómico que acababa de escribir. Rubén fue el encargado de producir el episodio piloto. El día de la grabación, faltó la actriz que haría el papel de una secretaria, así que le preguntó a Chespirito si no le importaba que, en su lugar, hubiera un secretario. Cuando le contestó que no había problema alguno, Rubén, con mucha determinación, exclamó: “¡Entonces yo interpretaré a ese personaje!” Su experiencia al trabajar como actor al lado de Roberto fue tan apasionante, que renunció a su puesto –¡y a su sueldo!– de alto ejecutivo para unirse al elenco del programa. ¡Y ahí nació una amistad que los mantuvo unidos y trabajando juntos por muchos años!
Cuando inició la primera etapa de El Chavo del Ocho, Rubén recibió la oferta de crear un programa de concursos para Telesistema Mexicano –empresa que, al fusionarse con TIM, se convirtió en Televisa–, por lo que recibiría un sueldo nada despreciable. Se lo platicó a Roberto y éste le dio luz verde para emprender esa nueva aventura; sin embargo, después de ocho o nueve años de trabajar escribiendo para diferentes programas, confirmó que su mayor pasión era actuar, así que volvió a hablar con Chespirito, quien con mucho gusto lo reincorporó a su equipo de trabajo.
Durante las giras que realizaba el grupo por todo el continente, siempre pasaban cosas divertidas. En una ocasión, se presentaron en Viña del Mar, Chile; la gente llenó el estadio y, cuando ya no cabía ni un alfiler, se subió a las colinas cercanas. Cuando terminó el espectáculo, todos corrieron hacia el autobús que los llevaría a su hotel; cuando arrancó, todo el elenco de El Chavo se asomó por las ventanas para saludar a la multitud que los rodeaba. Unos metros más adelante, Rubén vio a lo lejos a una señora que agitaba la mano y gritaba furiosa. “¡Párate!”, le gritó al chofer. ¡Aquella mujer era su esposa Consuelo! Nadie se dio cuenta de que no había subido al autobús y por poco la dejan en el estadio.
Hoy recordamos con cariño y alegría a un ser humano bondadoso, con un gran sentido del humor y muy generoso: el gran Rubén Aguirre Fuentes. ¡Feliz cumpleaños, querido profesor Jirafales!
El complento para la vecindad de el chavo… de profe.. de novio de dña florinda y en unas ocaciones de juez
Muy bien actor y muy profesional que Dios lo tenga en su gloria.
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