8/ Mayo /2019
“El mundo dentro de las grabaciones”
En esta entrada, te contaremos algunas anécdotas divertidas y algunos datos curiosos para que conozcas un poco más de lo que pasaba durante las grabaciones de los programas de Chespirito. ¡Comencemos!
Para filmar los episodios de “El Chapulín Colorado”, se utilizaba un tipo de plástico muy frágil que se llama unicel para fabricar los objetos que se romperían en escena. Unas veces, se trataba de leños con los que algún personaje golpeaba a otro en la cabeza; otras, de una pared que debía atravesar el valiente Chapulín. Este material se utilizaba también para construir alguna sección del piso del set, en la que caería nuestro héroe desde gran altura. Durante los ensayos, había ocasiones en que Chespirito, por estar concentrado en dirigir a los actores, olvidaba que ya se había colocado el piso falso; entonces, como caminaba de un lado al otro para dar indicaciones, pisaba el suelo de unicel, se caía y terminaba en el fondo de aquel agujero. ¡Lo bueno es que siembre se colocaban colchones para impedir el golpe! Después del incidente, había muchas risas en el estudio pero, eso sí, muy discretas; ¡después de todo, era el jefe!
Ya te platicamos que los actores siempre se aprendían sus líneas –por esta razón, las grabaciones de las escenas fluían muy bien y con mucha rapidez– pero, para algunos de ellos, siempre había un sketch que resultaba una verdadera pesadilla memorizar. Tal era el caso de Rubén Aguirre –quien interpretaba a nuestro querido profesor Jirafales– cuando se grababan las escenas en el salón de clases de la famosa escuelita, pues tenía que recordar una gran cantidad de preguntas para los alumnos, a quién debía dirigirse en cada ocasión… ¡era todo un desafío! Para solucionar este problema, Rubén colocaba su guión sobre el escritorio, aprovechando que había otros papeles como parte de la escenografía. Lo escondía muy bien de la vista de todos, sobre todo de las cámaras; durante los ensayos, mientras algún alumno contestaba, Rubén aprovechaba para leer rápidamente lo que tenía que decir en seguida y ¡asunto arreglado!, jamás volvió a preocuparse por la cantidad de preguntas que tenía que hacer. Con el tiempo, se convirtió en un experto en leer de reojo y utilizaba esta técnica durante las grabaciones. ¡Muy ingenioso!
A Roberto Gómez Bolaños le gustaba mucho beber buen café. Durante las sesiones de grabación se le podía ver con un vaso térmico, saboreando cada sorbo; de hecho, su silla de Director tenía un espacio especialmente diseñado para que pudiera colocarlo ahí, además de una mesita plegable, parecida a la de los pupitres, para que pusiera sus guiones sobre ella. Cuando había que ir al set para el montaje de una escena, Chespirito siempre llevaba sus lentes, su café –en la mano izquierda– y el guión –en la mano derecha; mientras trabajaba, dejaba su vaso en cualquier lugar, sobre lo que tuviera cerca. Todo iba muy bien hasta el momento en que, concentrado en el ensayo, olvidaba dejar el vaso y se lo quedaba en la mano izquierda; entonces, cuando debía dar vuelta a la página del guión, lo hacía con la mano ocupada por el vaso. El café caliente salía volando y mojaba –¡y quemaba!– a quien estuviera a su lado. Chespirito generalmente se daba cuenta de la situación y ofrecía disculpas sinceras pero cortitas, porque había que seguir con el ensayo. También sucedía que, sentado en su silla especial y con la mirada atenta en el monitor para supervisar la escena, derramaba su bebida sobre los guiones, así que cuando se extraviaba en el estudio alguno de sus papeles, no era difícil identificarlos, pues estaban totalmente manchados por el café.
A Edgar Vivar le gustaba “inventar” idiomas durante las grabaciones. Mientras se rodaba una escena, era normal que a algún actor se le trabara la lengua y pronunciara de manera equivocada alguna palabra o frase; cuando eso pasaba, se detenía la grabación y se comenzaba de nuevo. Pero con Edgar sucedía algo muy divertido: cuando cometía un error, él seguía hablando, decía palabras extrañas y hacía muchos sonidos ininteligibles. Realmente daba la sensación de que estaba continuando su diálogo, pero en algún extraño idioma; quien estaba interactuando con él en ese momento, aunque al principio se extrañaba, terminaba por soltar la carcajada. ¡Un políglota, nuestro querido Edgar Vivar!
¿Recuerdas los típicos sonidos de cachetadas o golpes? Para producir el famoso sonido metálico que se escuchaba cada vez que don Ramón le daba un coscorrón al Chavo, se utilizaba un extintor vacío; el efecto se conseguía al golpearlo con un palo de madera sólida. Para lograr el sonido de las cachetadas que doña Florinda le propinaba a don Ramón, se utilizaban dos tablas unidas en un extremo con bisagras para que se juntaran con fuerza; el sonido de las caídas que sufrían los personajes se hacía golpeando un cajón de madera con un martillo de goma, y para el que se escucha cuando le da la garrotera al Chavo, se utilizaba un pequeño silbato metálico.
Todos los efectos de sonido se hacían en vivo, justo cuando se estaba filmando cada episodio; el encargado de realizarlos se colocaba en un rincón del estudio, con un monitor para seguir el desarrollo de la escena y un micrófono que captaba los efectos.
Otro elemento que se insertaba durante las grabaciones eran las risas grabadas. Este aspecto fue incorporado en todos los programas de comedia de México, imitando la fórmula de los programas estadounidenses; mientras se grababa la escena, una persona en la cabina de sonido utilizaba un disco de acetato que todo el tiempo reproducía risas. Al iniciar la filmación, el operador ponía el disco y bajaba todo el volumen; cuando sucedía algo gracioso, no hacía más que subirle al volúmen para después volver a bajarlo totalmente. Pero en 1982, Chespirito consideró que era una falta de respeto hacia el público indicarle en qué parte de la escena debían reírse y comentó: “Cuando algo les parezca divertido se reirán; cuando no, pues no lo harán”. A partir de entonces, en la entrada del programa y después de los créditos, el locutor decía: “Como una forma de respeto al público, este programa no tiene risas grabadas”.
¿Quieres escuchar más? Durante las grabaciones, Chespirito siempre tuvo la costumbre de romper la esquina inferior derecha de las hojas de su guión que contenían los textos que ya habían sido grabados; esto lo hacía para ubicar con mayor facilidad las escenas faltaba rodar. Como puedes ver, no sólo ocurrían cosas divertidas en los programas: ¡también al momento de grabarlos!, aunque a veces pasaban “sin querer queriendo”.
WOW QUE GRAN HISTORIA DEL CHAPULIN COLORADO ME ENCANTAS SUS PERSONAJE PERO ES UNA LASTIMA QUE YA NO ESTE AL AIGRE OJALA QUE SE REPITA OTRA VESS
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Amo Chespirito! ❤️❤️❤️ Soy del Brasil y muy fan de Los programas ❤️❤️❤️
¡Qué padrisisísimo que seas fan de los programas! Te mandamos un abrazotototóte. 🤗❤️
que regio, me imagine en el set de grabación viendo todo lo que pasaba 🙂