10/ Mayo/2020
Elsa Bolaños Cacho, mamá de Chespirito
A mediados de 1928, sin saber que estaba embarazada, la señora Elsa Bolaños Cacho tomó un medicamento que contenía quinina. Esta sustancia –empleada en el tratamiento de algunas enfermedades infecciosas y para aliviar los calambres musculares– está contraindicada durante el embarazo, debido a que puede causar malformaciones congénitas y a que se le ha asociado con la muerte fetal; por este motivo, el médico de doña Elsa le indicó que debía someterse a un aborto, pues su salud corría peligro e incluso podría perder la vida. Sin embargo, ella se negó a esa intervención y dio a luz, el 21 de febrero de 1929, a su segundo hijo: Roberto Gómez Bolaños.
Desde el instante en que conoció esa historia y hasta el final de sus días, Chespirito agradeció con mucho orgullo el gesto de su madre, con quien siempre mantuvo una relación muy cercana, llena de cariño y mutua admiración. Lo más hermoso es que ella lo reconoció por la gran calidad humana que demostró desde que era un muchacho, más que por su éxito; aunque fue testigo de varios logros de Roberto como escritor, murió antes de que su talentoso hijo creara al personaje más icónico de su prolífica carrera: el Chavo.
Pero no todo fue color de rosa. Cuando Chespirito tenía apenas 6 años, falleció su padre, don Francisco Gómez Linares; de manera que, a partir de ese momento, su mamá se hizo cargo de él y de sus dos hermanos. La señora Elsa era una mujer muy inteligente y con gran cultura. Como conocía muy bien el inglés y era una excelente redactora, durante mucho tiempo se dedicó a traducir al español textos escritos en aquel idioma; además, tenía talento para la literatura y, a lo largo de su vida, escribió una gran cantidad de poemas. Cuando se vio en la necesidad de afrontar ella sola los gastos de su hogar y de la educación de sus hijos, lo hizo con absoluta determinación y entrega. Aunque al principio no hubo más remedio que ir de un lado a otro y rentar pequeñas viviendas, gracias a su arduo trabajo logró salir adelante; después de varios años de grandes esfuerzos y sacrificios, doña Elsa pudo comprar un terreno y empezar a construir una casa, a la cual se mudaron cuando aún no estaba terminada. Durante toda su vida, Roberto Gómez Bolaños agradeció la determinación, el carácter y la entrega de su madre, y nunca dejó de expresar en público la admiración y cariño que sentía por ella.
Ahora te platicaremos algunas anécdotas que permiten conocer la relación que tenía Chespirito con su mamá. Cuando apenas era un niño, él y sus hermanos presenciaron el desfile que, en aquella época, realizaba cada año el Circo Alegría en las calles de la Ciudad de México, el cual convocaba a cientos de familias que veían pasar con mucha emoción a los artistas y animales que daban vida a ese gran espectáculo. Roberto, que no había visto nada igual, quedó muy impresionado; así que, cuando concluyó, corrió a casa con su madre para contarle, lleno de alegría –podemos imaginar al Chavo pegando sus brinquitos–, lo que acababa de observar. Ante la sonrisa de doña Elsa, que veía con grata sorpresa la habilidad histriónica de su hijo, hizo una divertida imitación del payaso estrella del circo.
A Roberto Gómez Bolaños también le gustaba contar que, cuando tenía 7 años, se enfermó y no pudo ir a la escuela por un largo período. Como doña Elsa tenía que trabajar y no podía quedarse con él, no tuvo más remedio que llevarlo a Guadalajara, en donde vivían su hermana Emilia y su esposo Óscar. Chespirito vivió con sus tíos durante un año y, aunque desde luego extrañaba a su mamá y a sus hermanos, fue una buena experiencia que siempre recordó como “un viaje divertido”. Su tío Óscar era ingeniero y le enseñó a construir muchas cosas –entre ellas, un trenecito–, y fue tan grande la pasión que le inculcó por el diseño de objetos, que cuando llegó el momento de ir a la universidad, decidió estudiar una Ingeniería.
Durante su juventud, Chespirito fue muy popular y siempre estuvo rodeado de personas que lo estimaban. Además de ser muy buen amigo, era excelente con los puños. Con el tiempo se convirtió en un gran peleador; debido a su baja estatura, frecuentemente era objeto de burlas y bromas, así que resolvió poner fin a esas incómodas situaciones por medio de los golpes. Por supuesto, esto significó que, en no pocas ocasiones, recibiera regaños y castigos de su madre, quien desaprobaba las conductas del joven Roberto.
Y sin embargo, doña Elsa siempre recibió, de parte de sus tres hijos, mucho amor y respeto. ¿Cómo no sentir eso por quien entregó su vida entera para que ellos tuvieran un hogar digno y una educación de excelencia? El 22 de diciembre de 1968, falleció la señora Elsa Bolaños Cacho, la mujer de quien Chespirito heredó la bondad, la integridad, la disciplina, la honestidad y la pasión que le permitieron alcanzar sus sueños; pero sobre estos valores, recibió de ella el don más grande de todos: la vida.