28/ Noviembre/2019
ROBERTO GÓMEZ BOLAÑOS
Todos conocemos a Roberto Gómez Bolaños como el genial escritor, productor, actor y músico que dio vida a uno de los programas más exitosos y entrañables en la historia de la televisión mexicana, pero hay otra faceta suya que es tan apasionante como su obra: la de ser humano. La persona que más influyó en su carácter y le dio los elementos para convertirse en un gran hombre fue su mamá, doña Elsa Bolaños Cacho. Cuando estaba esperando a Roberto, sufrió una enfermedad que ponía en riesgo su vida si continuaba con su embarazo; pero a pesar de los consejos de sus médicos, decidió traer al mundo a su segundo hijo –el primero, se llamaba Francisco. Felizmente, ambos salieron bien de aquella situación, y algún tiempo después, doña Elsa dio a luz a su tercer hijo, Horacio. Roberto estuvo siempre muy agradecido por ese gran gesto de amor, y nunca dejó de manifestarle a todo el mundo el cariño y a la admiración que sentía por su madre.
Roberto tuvo una infancia y una adolescencia llenas de contrastes. Su papá, don Francisco Gómez Linares –gran retratista e ilustrador– falleció cuando él y sus hermanos eran muy jóvenes, y desde entonces la situación económica de la familia fue muy frágil. Sin embargo, doña Elsa enfrentó la situación con mucha entereza y determinación, y gracias a ella Chespirito fue un muchacho feliz que tuvo las vivencias de todo niño o adolescente: iba a la escuela, hacía travesuras, jugaba bromas a sus compañeros o a las personas que se le cruzaban por la calle; y más tarde, cuando creció, pasaba el tiempo con los amigos del barrio, suspiraba por las chicas que le quitaban el sueño –era un conquistador sin remedio–, participaba en partidos de fútbol callejero y en peleas de box de aficionados, iba a fiestas y bailes… En muchas de esas aventuras, su principal aliado era su hermano Horacio, con quien tenía una relación muy cercana.
Aunque Chespirito siempre fue pacífico y de buen carácter, como era de baja estatura, era el blanco perfecto para las burlas y las agresiones de sus compañeros más altos. Después aprendió a intercambiar puñetazos, y con el tiempo se convirtió en el mejor peleador de la escuela y del barrio. Pero, como a todos, le llegó el momento en que tuvo que dejar de lado a ese adolescente peleonero y despreocupado, para convertirse en un hombre capaz de tomar decisiones importantes. La primera de ellas fue decidir lo que iba a estudiar cuando terminara el bachillerato, y se inclinó por una ingeniería. ¿De dónde le habrá surgido la idea de cursar una carrera que no tenía nada que ver con el medio del espectáculo? Hay una historia muy curiosa que responde a esta pregunta.
Cuando Roberto iba a empezar el primer año de primaria, sufrió alguna enfermedad –nunca recordó cuál– que le impidió ingresar a la escuela ese año. Cuando se recuperó, su mamá lo llevó a Guadalajara para que pasara un tiempo con su hermana, la tía Emilia, y su esposo, Óscar Brun. Con ellos, Chespirito pasó un año lleno de cariño y gratas experiencias. Su tío Óscar era ingeniero mecánico electricista y, dentro de su casa, tenía un taller en donde construía un montón de cosas que a Roberto le parecían maravillosas, como una locomotora de vapor. Pasaba horas viendo trabajar a su tío, y le ayudaba pasándole las pinzas, los desarmadores y demás herramientas que utilizaba. A partir de entonces, quiso aprender a diseñar y construir objetos, y la ingeniería mecánica era la manera de conseguirlo. Además, tenía mucha facilidad para las matemáticas, el cálculo y la proyección, así que dicha carrera parecía ser la mejor opción para él. Pero el destino le tenía preparado algo más que las matemáticas: comunicar emociones a través de la comedia blanca.
Roberto Gómez Bolaños creció aprendiendo los valores cívicos y morales que le inculcó, sobre todo, su madre, quien le dio el ejemplo con la tenacidad, el esfuerzo y la disciplina con que luchó para sacar adelante a sus tres hijos y poder darles un hogar, quizá no lujoso, pero sí muy digno, además de la posibilidad de estudiar en escuelas privadas. Por esa razón, Roberto, aun después de convertirse en el famoso Chespirito, fue siempre una persona sencilla, transparente, generosa con todos, así fueran empleados de limpieza o jefes de estado.
Todas las experiencias, buenas y malas, propias y ajenas, que forjaron su carácter lo convirtieron, además, en un gran observador del comportamiento humano; por esta razón, sus personajes han trascendido en espacio y tiempo, y son queridos y recordados por millones de personas: por la gran identificación que encuentran en su obra. Pero hay un elemento que destaca aún más que el anterior: el humor sano, tierno y muchas veces didáctico que sólo es el reflejo del enorme y noble corazón que latió durante tantos años en el pecho de nuestro inolvidable Roberto Gómez Bolaños.
Agradecido de por vida con mi genio eterno ¡te queremos y recordamos siempre!
Amo a Chespirito, es muy interesante conocer de un superhéroe que marcó mi infancia!!!
Grande Genio CHESPIRITO nos rompiste el 💔con tu muerte
5 aniversario luctuoso de el GENIO D.E.P☹️💔
TE EXTRAÑAMOS GRANDE GENIO
😔☹️💔
Muy agradecido por todo tu ingenió
grande marca qué desgaste
Chespirito fue muy creativo, y sin querer queriendo muchos televidentes conocimos y aprendimos gracias a sus programas, por ejemplo yo gracias a él conocí a Cleopatra, conocí las palabras chusma, mentecato, pleonasmo etc. ÉL en varios de sus programas mostró al Quijote de La Mancha, hasta grabó unas escenas del Quijote provocando en mí el interés de leer esa increíble novela que acabo de terminar hace poco.
Chespirito no solo tenía la intención de hacer reír en sus programas, también de enseñar.
Yo tuve el honor de saludarlo personalmente cuando me firmó su libro “Sin querer queriendo” en la FIL de Guadalajara en el año 2006, es una persona muy sencilla, ya que yo no sabia que decirle por nervios, sólo le dije: es un placer, y él me respondió: igualmente. Siempre recordaré ese día amigo Chespirito.