“Recordando a Angelines Fernández” 

Angelines Fernández nació en Madrid en 1922. A los veinticinco años de edad, en 1947, llegó a nuestro país y comenzó a trabajar en obras de teatro junto a grandes artistas mexicanos; además, actuó con regularidad en películas de Cantinflas, en las cuales demostró su talento y su gran sentido del humor. Chespirito disfrutaba mucho las películas del “mimo de México” y, al ver en ellas a Angelines, le pareció ideal para formar parte del elenco de su programa.

Aunque era una mujer muy atractiva, aceptó caracterizarse de tal manera que escondía lo que Chespirito solía llamar su “castiza guapura”, e interpretó magistralmente a la quisquillosa doña Clotilde, a quien los niños de la vecindad apodaban “la bruja del 71”.  En realidad, Angelines no tenía nada de bruja; su voz y sus modales eran agradables, y hablaba con un volumen muy bajo, apenas perceptible; por eso, era impresionante la manera en que se transformaba cuando pisaba el escenario del patio de la vecindad para representar a la divertidísima y excéntrica solterona, enamorada de don Ramón.

Otro de los muchos personajes que interpretó en el programa de Chespirito fue el de doña Nachita, la vecina chismosa de la Chimoltrufia y del Botija. En bastantes ocasiones, la grabación tuvo que repetirse porque a Nachita se le escapaba alguna expresión española; lo más frecuente era que conjugara diferente los verbos en pasado –en lugar de decir “usted dijo”, decía “usted ha dicho”, o “le he traido” en vez de “le traje”.

Fuera de los sets de los programas, Angelines fue siempre una persona muy reservada; le gustaba platicar con quien estuviera sentado junto a ella en las sillas donde los actores esperaban su turno para entrar a escena, pero sus temas de conversación favoritos eran los relacionados con las películas y las obras de teatro en las que participó –sobre todo, aquellas en las que trabajó junto al gran actor español Ángel Garasa, a quien ella siempre admiró y de quien le encantaba hablar.

Cuando el grupo salía de gira por otros países, ocurría algo muy peculiar: siempre que se reunían en algún restaurante, Angelines era muy específica al ordenar su comida. Por ejemplo, si quería un sándwich de carnes frías, le decía al mesero: “quiero un poco de mostaza de Dijon en el pan de abajo; después, le pone una rebanada de salami; luego, queso gouda; encima, jamón serrano y una rebanada delgada de jitomate; en seguida, una rebanada de pechuga de pavo con unas aceitunas negras y, en el pan de arriba, sólo un poco de mayonesa”. Muchas veces, sucedió que el mesero le llevaba un sándwich común y corriente, pero Angelines protestaba hasta que le preparaban su platillo tal y como ella lo quería.

A veinticinco años de su partida, recordamos con mucho cariño a la bruja más querida de la televisión mexicana, y todos los episodios que dejó para hacer reír a niños y adultos. ¡Muchas gracias, Angelines!